En la zona de peligro: Migrantes en un Yemen devastado por la guerra, en busca de oportunidades para sus familias
Tras más de seis años de guerra en Yemen, siguen llegando migrantes al país. La mayoría espera seguir hacia el norte a través de Yemen, cruzando la frontera con Arabia Saudí, donde ha habido muchas oportunidades de trabajo para jornaleros. Pero muchos de ellos son retenidos por los contrabandistas durante días o incluso meses hasta que sus familias pagan los rescates. Tanto si son secuestrados como si no, los migrantes se enfrentan al hambre, al robo, a las agresiones o a la muerte en el camino. En cualquier caso, el hecho de que emprendan un viaje tan peligroso es una señal de lo desesperada que está la situación en su país.
A continuación, tres historias de migrantes valientes.
“Pasamos todos los días temiendo la muerte”.
Ras al-Ara es una pequeña ciudad de Yemen azotada por el viento, conocida por su pesca y por sus contrabandistas. Muchas embarcaciones que transportan migrantes y refugiados desembarcan allí por su proximidad a la costa de Djibouti.
Recientemente, en las afueras de la ciudad, dos delgados jóvenes del centro de Etiopía con camisetas rojas, ambos llamados Mohamed, paseaban por el asfalto agrietado bajo el sol abrasador. Uno de los jóvenes tenía 17 años y el otro 18. Un equipo móvil de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se detuvo para darles comida. Los equipos de la Organización Internacional para las Migraciones ayudan a muchos migrantes en Yemen.
Los Mohameds eran amigos y decidieron abandonar su país cuando un hombre mayor les dijo que podían encontrar trabajo en el extranjero. Les presentó a un contrabandista, que aceptó llevarlos a través de Djibouti y cruzar el mar hasta Yemen. Ellos no sabían que el país estaba en plena guerra civil.
El mayor de los dos Mohameds hace un recuento de su primera semana en Yemen. Seis días antes, tras un viaje por mar que duró unas 12 horas, su barco había desembarcado justo antes del amanecer en la costa cercana. “Llegamos a la embarcación e inmediatamente nos rodearon hombres armados”, dijo. “Nos exigieron dinero y nos retuvieron hasta que pagamos”.
En Yemen, migrantes como los dos Mohameds se enfrentan a secuestros, torturas, detenciones y abusos por parte de contrabandistas, grupos armados y bandas criminales, que intentan extorsionar a familias ya empobrecidas. Los secuestradores consiguen que sus cautivos llamen a sus familias y canalicen más a sus instalaciones, desde donde prometen enviar a los migrantes a Arabia Saudí.
“Nosotros solamente estábamos siendo golpeados, y no había nada en lo que pensar excepto en las palizas”, continuó el mayor de los Mohamed.“Pasamos todos los días allí temiendo la muerte”.
Las familias de los jóvenes tardaron unos seis días en reunir el dinero y transferirlo a Yemen.
La escasez de financiación para la respuesta de la ONU en Yemen amenaza los ya limitados servicios esenciales que la OIM puede prestar a estas desafortunadas almas.
“Los migrantes se encuentran entre las personas más vulnerables de Yemen”, dijo Olivia Headon, portavoz de la OIM en Yemen. “Es realmente preocupante que tengamos más de 32.000 migrantes varados en todo el país sin acceso a las necesidades más básicas como alimentos, agua, refugio y atención sanitaria”.
La esperanza más preciada de Ibrahim — frustrada
Su piel se le pegaba, y quedaba guindando, a sus doloridos y visibles huesos.
Hacía meses que Ibrahim no tocaba un colchón. Los contrabandistas nunca le habrían permitido una comodidad tan sencilla. A salvo en el hospital de Lahj mientras recibía cuidados gracias al apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones y la Ayuda Humanitaria de la UE, Ibrahim estaba a unos 1.000 kilómetros y a un mundo de distancia de todo lo que le resultaba tranquilizador y familiar. Sin embargo, los recuerdos de los horrores recientes — meses de severas palizas e inanición forzada a manos de bandas criminales — estaban siempre presentes en su mente.
El viaje de Ibrahim comenzó en Etiopía con la ambición de acabar con la pobreza intergeneracional de su familia. Nunca esperó que esta aspiración le llevara a una experiencia cercana a la muerte y a miles de dólares desperdiciados.
Como cientos de miles de otros emigrantes del Cuerno de África en los últimos años, Ibrahim intentaba llegar al Reino de Arabia Saudí. Las personas que recorren esta ruta no suelen esperar más que llegar a su destino para ayudar a sus familias a prosperar moderadamente. La mayoría no tiene ni idea de las experiencias que tendrán que soportar primero, ni de que quizá nunca consigan su objetivo.
La mayoría de los migrantes no reciben la atención médica que necesitan tras sufrir en las crueles manos de los contrabandistas. Los que son atendidos por los equipos sanitarios de la OIM son afortunados.
“En Somalia pasamos mucha hambre”
Saida, de 30 años y madre de tres hijos de Mogadiscio, visitó recientemente una clínica patrocinada por el ACNUR en Basateen para que una enfermera pudiera revisar a sus niños y niñas. Dijo que la clínica es esencial para la salud de sus niños y niñas.
Dos de ellos — mellizos llamados Amir y Amira — padecían malnutrición aguda severa, explicó, y la clínica le proporciona apoyo esencial y nutrición para sus pequeños.
“Vine aquí para proporcionar una vida mejor a mis pequeños. En Somalia pasábamos mucha hambre y éramos muy pobres”, explicó Saida.
Estaba embarazada de Mahad cuando tomó el barco desde Somalia hace ocho meses, y dio a luz como refugiada en Yemen.
Los yemeníes de a pie, por su parte, suelen sentir el deber de ayudar a los migrantes y refugiados, a pesar de las privaciones de la guerra.
Saida dice que no puede encontrar un trabajo regular y que depende de los servicios del ACNUR para mantener a sus hijos con vida. “Los voluntarios sanitarios de la comunidad me han ayudado mucho. Me han ayudado a cuidar de mis pequeños y me han puesto en contacto con especialistas, y me han enseñado a seguir con los tratamientos” , continúa Saida. “También me enseñaron a identificar los signos de que mis pequeños tienen una recaída o han contraído otras enfermedades. Ahora, gracias a Dios, todo va bien con ellos”.
Con la ayuda de la ONU, más migrantes y refugiados podrán decir lo mismo, que “todo está marchando bien para ellos”.
Esta historia se basa en dos historias publicadas por la ONU en Yemen (disponibles en inglés aquí y aquí). Compilación de historias producidas con el apoyo editorial de Elie Baaklini, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Yemen, visite Yemen.UN.org.
Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, lea el último informe de la Presidente del GNUDS sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.