Las mujeres que impulsan la sostenibilidad de la industria de la piña en Surinam
  Surinam, una nación frondosa y rica en biodiversidad, está ubicada en la costa nororiental de Sudamérica y es considerada uno de los lugares de origen de la piña. Durante siglos, las mujeres indígenas han plantado, cultivado y cosechado esta fruta dorada y espinosa guiadas por sus conocimientos ancestrales y su conexión espiritual con la tierra.  
Pero a pesar de toda su riqueza cultural, el sector de producción de piñas sigue luchando para prosperar comercialmente. Los agricultores se enfrentan a desafíos constantes, a un acceso limitado a herramientas modernas, a escasas inversiones y a pocas oportunidades para expandirse hacia una producción con valor agregado.Sin embargo, aldeas de todo el país están combinando la tradición con la innovación y el liderazgo de las mujeres con la resiliencia comunitaria.  
“El cultivo de piña es indispensable en nuestra cultura porque pasó de nuestras abuelas a nuestras madres” dice Wendeline Sabajo, capitana de la aldea de Matta y miembro de la junta directiva del Centro de Innovación en Horticultura. “Pero es difícil seguir haciéndolo de manera tradicional, a mano y por temporada. La demanda existe, pero la oferta no alcanza”.
Pero esto ya está cambiando. Mediante el programa Acelerador de la transformación de los sistemas agroalimentarios (ASTA), una acción conjunta y coliderada por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Surinam, las comunidades indígenas vuelven a pensar cómo lograr un cultivo de piñas sustentable y resiliente. El proyecto, fundado por el Fondo Conjunto para los ODS y el Banco Islámico de Desarrollo (BIsD), reúne a una red muy amplia: líderes indígenas, cooperativas de mujeres, grupos de jóvenes, investigadores, actores privados y agencias gubernamentales. Todos juntos están fortaleciendo cada enlace de la cadena de valor de las piñas, desde la tierra hasta el mercado.
“No olvidaremos nuestras formas” dice Sabajo. “Nos desarrollaremos a partir de ellas con nuevas herramientas, mejores técnicas y más voces en la mesa, en especial de mujeres”.
En el corazón de esta transformación está el Centro de Innovación de Horticultura (Horticulture Innovation Hub), que se estableció como parte del proyecto para ser un centro de capacitación, colaboración y experimentación. De la misma manera, una unidad de préstamos con garantía (Loan Collateral Facility), especialmente pensada para productores de piñas, les ha abierto las puertas a la financiación a pequeños agricultores que antes tenían un acceso limitado al crédito. Mediante el funcionamiento de estas iniciativas, los productores están adoptando modelos de agricultura orgánica, pasando así de cultivar solo en temporada a una producción sustentable a lo largo de todo el año.
Las mujeres no son solo guardianas legendarias del conocimiento tradicional, sino que ahora también lideran la innovación. Gracias a las redes de mujeres dirigidas por el proyecto, se habilitaron terrenos cultivados con piñas como prueba para introducir técnicas orgánicas modernas que complementen los métodos indígenas. Estos cultivos piloto se han convertido en aulas vivas en las cuales las mujeres ganan experiencia con la práctica, mejoran sus habilidades técnicas y fortalecen su independencia económica.
La diferencia es visible”, comentó un participante. “Estamos aprendiendo a trabajar nuestra propia tierra, planificar los cultivos y tomar decisiones para nuestro futuro".
Para asegurarse de que esta transformación perdure, una plataforma digital dirigida por la comunidad ahora conecta a más de 100 agricultores en todo Surinam. La plataforma brinda una guía técnica en tiempo real, información sobre el mercado y un apoyo entre colegas asegurando así que el intercambio de conocimiento continúe más allá de las capacitaciones.
Hoy, en aldeas como Matta, la historia de la piña vuelve a escribirse. Lo que una vez fue símbolo de tradición, ahora también es símbolo de progreso, el cual se origina en el liderazgo de las mujeres, en la acción conjunta y en la innovación sustentable.