Lo que hace falta: Notas sobre cómo prepararse para lo desconocido
Uno nunca sabe qué crisis puede surgir, que exija a la ONU actuar a lo grande y con rapidez. Si el mundo no entendía esto antes de la COVID-19, lo hace ahora. Pero una emergencia puede ocurrir a cualquier nivel.
Puede ocurrir en la nación de Guinea, en África occidental, donde yo ejerzo de Coordinador Residente (CR).
En 2014, una gran epidemia de ébola se originó en la región forestal de Guinea y afectó a millones de personas en la región. Este mismo año, mientras la atención del país — y del mundo— se centraba en la pandemia de la COVID-19, el virus del ébola surgió por segunda vez en la zona forestal de N'zérékoré, lo que hace temer que pueda cobrarse el mismo número de vidas y medios de subsistencia que en 2014-2016, durante la primera oleada, en la que murieron 11.300 personas, entre ellas más de 500 profesionales sanitarios.
Nuestra experiencia frente al ébola y la COVID-19 ayuda a mostrar cómo la ONU y sus asociados pueden ayudar a los países a responder a las emergencias de salud pública—o a cualquier amenaza a la paz y la prosperidad.
A continuación, se exponen cuatro aspectos que pueden ayudar a los equipos de las Naciones Unidas en los países a prepararse para lo desconocido: Coordinación, apropiación compartida, rapidez y flexibilidad.
COORDINACIÓN
Cuando asumí mi cargo el año pasado como Coordinador Residente en Guinea, quise conocer el trabajo que las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los asociados para el desarrollo del país ya estaban realizando. Habían realizado una labor extraordinaria en todos los ámbitos del desarrollo, incluso durante anteriores brotes de enfermedades.
Me pregunté cómo podría la ONU complementar sus esfuerzos. La ONU tiene recursos que pueden ser valiosos para otras organizaciones. Una reputación de promover la paz y la libertad. Un espacio de reunión (en su mayoría digital hoy en día) y su poder de convocatoria. Relaciones con autoridades nacionales, asociados técnicos y financieros, grupos de la sociedad civil, comunidades locales y el sector privado en todo el país.
Con esto en mente, mi oficina se puso en contacto con un grupo de representantes de organizaciones no gubernamentales para crear una plataforma y empezar a prepararse para cualquier posible catástrofe, al tiempo que se reforzaba la capacidad de recuperación de las comunidades locales.
Las cosas avanzaron. Primero, la ONU actualizó la lista de todas las ONG del país. Luego, el año pasado, invitamos a los representantes a reunirse. A continuación, el grupo completo desarrolló una plataforma de coordinación estructurada en torno a “clusters” (grupos) que trabajaban en inundaciones, salud pública u otros temas, y que están unidos por un Comité Directivo. Todo ello fue posible gracias a la orientación de la OCHA, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Ahora al haber desarrollado cierta confianza, los participantes en esta plataforma estaban mejor preparados para coordinar las necesidades a largo plazo o en situaciones de emergencia. La coordinación es necesaria a todos los niveles, desde la sede de la ONU hasta la base cuando una emergencia—como un brote de ébola—tiene lugar. El equipo de las Naciones Unidas en el país puede y debe coordinarse con sus propios organismos y asociados, en consonancia con el plan de respuesta del Gobierno. El Gobierno coordina el trabajo general. Afortunadamente, el Gobierno de Guinea ha asumido un fuerte liderazgo en la respuesta a la COVID-19 y al nuevo brote de ébola. Basándose en su amplia experiencia en la gestión de la epidemia de ébola de 2014-2016, el Gobierno estaba preparado para actuar con rapidez.
APROPIACIÓN COMPARTIDA
La tenencia compartida es extremadamente importante. Las comunidades deben ser y sentirse parte de cualquier trabajo de desarrollo, incluso en el control de enfermedades, si se quiere obtener los mejores resultados.
Si no se les consulta, se les informa y se les hace partícipes, las medidas no se aceptan y la respuesta puede ser un fracaso.
Yo mismo vi esto cuando estuve en África Occidental durante la epidemia de ébola de 2014-2016 y observé las tensiones dentro de la comunidad y la desconfianza hacia las autoridades sanitarias y las personas que venían de fuera a ayudar.
Por ejemplo, debido al extremo peligro de contraer la enfermedad, los trabajadores de la sanidad pública dijeron a la gente que no tocara los cuerpos de los que habían muerto de ébola. Pero para algunas personas, no tocar los cuerpos significaría negar a los muertos sus ritos de entierro adecuados. Los vivos tenían que tocar a los muertos. Sin embargo, muchas de esas personas se infectarían, morirían y propagarían aún más la enfermedad. Esto podría evitarse transmitiendo los mensajes adecuados a la comunidad a través de los canales adecuados y creando conjuntamente la solución más aceptable.
En otras palabras, para acabar con las enfermedades infecciosas se necesita la experiencia no sólo de médicos y virólogos, sino también de psicólogos, sociólogos, antropólogos, artistas, lingüistas, profesionales de la comunicación, políticos y médicos tradicionales. Y, quizás sobre todo, requiere la participación de todas las personas.
Las Naciones Unidas seguirán apoyando al Gobierno para garantizar que las comunidades de base se sientan dueñas de la respuesta a la crisis, mediante la participación de la comunidad, los líderes religiosos, los jóvenes y los grupos de mujeres.
Las Naciones Unidas seguirán apoyando al Gobierno para garantizar que las comunidades de base se sientan dueñas de la respuesta a la crisis, mediante la participación de la comunidad, los líderes religiosos, los jóvenes y los grupos de mujeres.
RAPIDEZ
Cuando se trata de una enfermedad epidémica, el tiempo es esencial.
La capital de Guinea, Conakry, se encuentra en una península que se adentra en el océano Atlántico. Desde allí, se puede tardar hasta 48 horas por carreteras llenas de baches para llegar a lugares remotos como N'Zérékoré, la segunda ciudad más grande del país.
Los vuelos del Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas (UNHAS) desde Conakry a N'Zérékoré se habían suspendido tras el último brote de ébola. Sin embargo, el lamentable estado de las carreteras dificultaba innecesariamente la prestación de ayuda a la región del interior, tanto si se trata de una urgencia como si no.
La ONU, a través del Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas del PMA, quiso restablecer esta ruta aérea para poder apoyar proyectos, ofrecer este servicio a las autoridades nacionales, a la comunidad de ONG y a los donantes, y despachar personas y suministros—ya sea alimentos para hacer frente a la inseguridad alimentaria, o posiblemente la vacuna contra la COVID-19 cuando estuviera disponible.
Decidimos organizar un vuelo de “prueba” del Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas para mostrar el valor a nuestros asociados.
Casualmente, el primer vuelo coincidió con la declaración del brote de ébola, lo que nos permitió desplegar el equipo necesario al día siguiente. También facilitamos el despliegue de expertos de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria, de especialistas en salud pública de la OMS y de organizaciones no gubernamentales como Médicos sin Fronteras (MSF) o la Cruz Roja francesa.
Tiempo de vuelo: 1,5 horas.
Esa misma semana, nosotros habíamos convocado una reunión con poca antelación con nuestros asociados de las organizaciones no gubernamentales sobre la plataforma para el desarrollo en pro de coordinar la respuesta al ébola. Seis meses antes, habría llevado mucho más tiempo organizarla.
Habiendo aprendido de la epidemia de 2014-2016, la respuesta de la ONU, liderada por la OMS y UNICEF, fue capaz de reaccionar rápidamente y de suministrar la vacuna contra el ébola en un tiempo récord. Nueve días después del anuncio del brote, las vacunas llegaron al terreno y comenzó la campaña de vacunación. También se movilizaron fondos a través del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia, de las Naciones Unidas (Central Emergency Response Fund, CERF, en inglés).
FLEXIBILIDAD
Otro paso fundamental durante las emergencias del ébola y de la COVID-19 fue aceptar la complejidad de la situación y reunir las diferentes piezas del trabajo que las Naciones Unidas habían realizado durante las últimas décadas en el nexo entre la paz, la ayuda humanitaria y el desarrollo.
En la práctica, trabajar en este nexo significa que reconocemos cómo estas tres áreas de trabajo están inseparablemente conectadas—y que nosotros actuamos en consecuencia. Por ejemplo, la ONU en Guinea ha trabajado en los últimos años en la prevención de conflictos, especialmente en el período previo a las elecciones presidenciales de 2020. Con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz, se impartieron cursos de formación para enseñar a grupos de mujeres, jóvenes líderes comunitarios y conductores de moto-taxi a detectar las señales de conflicto y cortarlo de raíz.
Con el reciente brote de ébola, el equipo de la ONU reorientó parte de este trabajo para que los aprendices pudieran ahora transmitir mensajes sobre el ébola y ayudar a combatir la enfermedad en sus comunidades. Las entidades de la ONU reorientaron inmediatamente algunas de sus actividades para ayudar a las personas a obtener ingresos, proteger sus negocios y mantener el acceso a los servicios sanitarios básicos a pesar del ébola y la COVID-19.
La prevención de enfermedades es valiosa en sí misma, pero también ayuda a prevenir conflictos. Si hay malentendidos sobre una enfermedad mortal como el ébola, es más probable que la enfermedad se extienda, que las tensiones se disparen y que el conflicto estalle. Por el contrario, cuanto más entiendas las personas sobre el ébola y más canales de comunicación estén abiertos, el conflicto será menos probable.
La ONU reconoce estas conexiones, y la reforma de la ONU ha facilitado el trabajo conjunto en los ámbitos de la paz, la ayuda humanitaria y las necesidades de desarrollo.
LO QUE LA ONU HACE MEJOR
Un aspecto crítico en este sentido es la capacidad de despliegue rápido. La rápida actuación de la ONU fue posible al asentar las bases, prepararse para cualquier catástrofe con meses de antelación, escuchar a las comunidades, comprender sus necesidades y cambiar de enfoque según las circunstancias.
Habrá otras emergencias. Algunas nos sorprenderán. Pero yo creo que nos irá mejor por habernos preparado de antemano y haber trabajado en el nexo entre la paz, el desarrollo y la ayuda humanitaria.
Son muchas reuniones y detalles y correos electrónicos y comidas compartidas. Es un trabajo tras bastidores. Es trabajo cotidiano. Está orientado a la formulación de políticas. Pero es muy importante, y es una de las cosas que mejor hace la ONU.
Vincent Martin es el Coordinador Residente de las Naciones Unidas en Guinea. Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Guinea, visite: Guinee.un.org