A veces, la crisis en África occidental y la región del Sahel es tan difícil y tan complicada que parece prácticamente irresoluble. Pero donde muchas personas ven solo una misión imposible, las Naciones Unidas ven una oportunidad.
El hambre global y el desplazamiento de la población, que ya estaban en niveles récord cuando golpeó el virus COVID-19, podrían "aumentar" a medida que los migrantes, y aquellos que dependen de un flujo menguante de remesas, buscan desesperadamente trabajo para mantener a sus familias, advirtió un nuevo informe de la ONU.
Durante muchos años en Nigeria, los/las agricultores/as y los/las pastores/as de ganado han estado en conflicto por los derechos sobre la tierra. Pero las disputas han alcanzado niveles críticos en los últimos años, matando a miles de personas y desplazando a muchos miles más de sus hogares, que quedaron en ruinas por los ataques. Más personas han muerto en tales disputas que por la insurgencia de Boko Haram. ¿Uno de los principales culpables? El cambio climático.
Para los agricultores de Myanmar, la pandemia de COVID-19 se suma a la creciente imprevisibilidad, en un sector que ya lucha por hacer frente a los efectos del cambio climático. La ONU está trabajando en estrecha colaboración con el gobierno del país para ayudarlos a adaptarse y prosperar.
En la subregión, la Oficina de las Naciones Unidas para África Occidental y el Sahel (CEDEAO, UNOWAS en inglés) sigue movilizada para apoyar la implementación efectiva de la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre mujeres, paz y seguridad.